Un día muy caluroso de Enero en los años ´60, Mabel cruzaba la plaza de la Iglesia en San Pedro, rumbo al Club Náutico, a las dos de la tarde.
Vestía una malla entera de escote muy abierto, shortcito bien corto y elegantes zapatos de taco alto, con suela de corcho.

¿Cuántas veces en la vida diaria entendemos algo bien distinto a lo que otros nos quieren decir, o nos expresamos de manera equívoca para ellos y viceversa?

¿Cuántas veces nos sorprenden reacciones, gestos, conductas, que no logramos entender? Y nosotros sorprendemos a otros, a la vez.

Cuando hablamos de consulta —en el uso inmediato de esta palabra— nos referimos a un paciente.
Los invito en cambio a pensar a quien consulta, como un impaciente.
Alguien a quien urge resolver su problema, encontrar una solución lo antes posible, hace rato que quiere y no se anima…